Brillar en la oscuridad

Ha dejado algo nuestro
de serle indiferente al Universo.

Imposible discernir 
si se trata del dolor que nos consume
o de nuestra eficiente crueldad sin juicio.

Hemos enunciado lo innombrable,

los gritos se han multiplicado 
desde un profético enigma de discordia 

y de interminable soledad. 

Pero a ninguno le importa en consecuencia 

la verdad de todo esto. 

Solo les importa su verdad. 

Después del arrepentimiento

La culpa es el hallazgo de un misterio

que atañe solo al mal y a los espejos.

Eso eres tú, replica la infeliz imagen. 

Conoce tu miseria. 

Habitan tus demonios en la noche

que transcurre por negar el nombre que te dieron. 

Como el silencio ajeno

Alimentamos con mentiras nuestras almas,
y en la ingenuidad está el miedo
haciéndonos enloquecer con su presencia.

Pero al Universo no le afecta nuestra farsa.

Nada creen las espléndidas estrellas.

Y las simas de los mares son imperturbables. 

Todos los consejos

En verdad, no lo sé.
No soy tú. 

No eres quien.

Pero te diré algo:
la noche no podrá salvarnos de la noche. 

Mientras no seamos expulsados del paraíso, 

la noche no podrá salvarnos del dolor. 

Dejarse ir

No debería concernirnos en exceso

controlar aquel relato improvisado. 

Millones de acontecimientos que ignoramos, 
influyen sobre nuestro intento
de llenar con algo
la nada limitada que es el Tiempo.

Un malentendido, una distracción
podrían conducir de nuevo  
al injusto infierno de los inocentes. 

Seguid, por tanto, improvisando 

el relato inescrutable de una vida sin sentido. 

Conmovedora indiferencia

(I) 

Pronto estaremos muertos,
y nuestros amigos seguirán mintiendo,

y las tardes se harán interminables

sin que nadie rompa ya las formas del silencio. 

Dará lo mismo, y eso es lo terrible, 

elegiremos la manera de la noche,

y no regresaremos.

(II)  

Del invierno aprendimos indolencia. 

Aprendimos a no ser y a estar lejos.

Aprendimos a estar solos,

y por esa frágil grieta

apareció, indestructible, el sentimiento.

Lejos de la luz

Y una silenciosa dignidad
dentro de la silenciosa tempestad.

Y un no mirar más afuera.

No mirar ya más lejos,
pues el mundo está repleto de dolor.

Como si la tempestad interior
fuera cada vez más silenciosa.

Cada vez más perfecta y silenciosa.

Comienzos

Sobre el primer plato de la balanza, 

expuse las nociones de mi inteligencia. 

Sobre el otro dejé caer mis sentimientos, 

que de ningún modo semejaban 

la debida condición 

de un adolescente enamorado. 

Pesaron mis miserias 

mucho más que mi errático intelecto.

Para llenar después mi infierno de sentido,

le negué al alma la cavidad de su silencio. 

Así me convertí en poeta. 

Concluir la búsqueda

Se parece demasiado a la ignorancia

el misterio de la juventud. 

Tuve ojos para ver,
pero la ceguera de los soñadores
resultó ser más perfecta que mi lucidez.

El misterio se parece demasiado 
a la muerte que concibe 

la verdad de cada día.

Decid de mí los restos de la tarde,

por más que indague entre espejismos, 

jamás sabré reconducir 

la constante perdición de los más débiles. 

Origen

Nuestra insignificante individualidad
solo puede referirse
como otra cuestión estética.

No podemos ignorar que no existimos. 

Deberemos, a partir de la transmutación,
elegir una manera personal. 

Deberemos defenderla de los otros

hasta que su fuego obedezca nuestros designios, 

o nos consuma como sombras incompletas. 

Cada cierto tiempo

Días en los que el fuego se retrae,
días perversos, 

malditos de tristeza.

Cede la cicatriz oculta 

los inenarrados días 

en que nadie quiere decir nada de ese peso. 

Es entonces
cuando los que ya no pueden con el mundo,
superan ampliamente en número
a los que soportan en silencio la condena.

El reverso de los otros

El precio del hallazgo son las cruces del espíritu,
la última lamentación del reo,
el fuego sin calor de los poetas.

El precio del hallazgo es un grito sombrío.

Hallaréis vacío el sentido ilusorio de la historia.

Encerrados donde la luz perpetua,
hallaréis vacía la ruptura 

de los lazos que no engendraban las tinieblas. 

El cansancio

Estaremos solos ante el eterno suceso,

cuando la visión estalle
en un clásico terror hacia lo desconocido.

Solos ante los comienzos,
ante el pavoroso fuego,
ante la perpetua muerte del progenitor. 

Solos, 

insensiblemente solos ante los verdugos, 

ante la noción del Tiempo, 

ante el poema que podría perdurar. 

Esconderemos luego, tras arrepentirnos, 

los sentidos restos. 

Quedarán las ruinas 

de alguien que soñaba con cerrar las puertas
ante la terrible soledad de los infiernos. 

Pensar la muerte

¿A dónde van las almas
de los enfermos mentales?

¿Es su más allá igual al más allá del resto?

Yo creo que hay un paraíso y un infierno
construidos solo para ellos.

Un lugar similar a un espejo, 
en el que absolutamente nada 

será lo que parece. 

Equidad

Es cierto:
nadie es mejor que nadie.

Esto nunca querrá decir
que la humanidad esté compuesta
por un total de prodigiosas criaturas.

Más bien, todo lo contrario.

Ciclo de lo perdurable

 

Hemos dicho demasiado de nosotros,

que no somos más que ruido entre las sombras. 

Agotada la perversa fórmula,

nombraremos de manera insuficiente 
los sucesos que arranquen conclusiones, 

el delirio y la expresión, 

el embate de la Noche desde dentro. 

La secreta decepción

de haber creído en el poema

que jamás sería verdadero.