Ética del perdedor

Vive honestamente tu derrota.

Aunque se rían de ti, 

aunque rían tanto,

que ya solo puedas enfermar,
o reír endemoniado de ti mismo.

Aunque la verdad se haga de escoria
o de patética ternura.

Di al menos lo que piensas,
explica sin tapujos tu amargura. 

Habla, ruge, chilla. 

Lo que sea. 

Que ya se encargarán los ganadores

de mentir a todas horas
para justificar la mezquindad de su existencia. 

El ocio y lo imprescindible

Jugamos clandestinos a la vida.

La vida:
salir a tientas de la cama,
trabajar ocho horas diarias,
volver luego al cubículo.

Algunos perseguimos en lugar de eso

el ocio que se da de madrugada,
los bares casi inmóviles,
la memoria sórdida del aire.

Pero entre tantas sombras y presencias
en realidad no hay nada. 

Apenas nuestros huesos de juguete

y el temblor de nuestras almas,
que no ignoran que amistad,
éxito y audacia
son ficción y niebla que alimentan

el calor de un fuego inexistente. 

Decisiones y consecuencias

Dejar entrar al sentimiento,
dejar entrar
lo más terrible de la soledad.

Dejar fuera ambas cosas. 

Saber la realidad. 

Apunte para principiantes

En lo sentimental, lo fácil

no suele merecer la pena.

Creer por esa misma razón 

que lo difícil, 

solo por ser difícil, 

valdrá la despedida 

y el sombrío desencuentro, 

suele ser 

el error inevitable 

que cometen los más ciegos. 

 

El que escribe

Qué importa que el que escribe esto,
sea yo o no lo sea.

De aquí a unos veinte años,
forzosamente seré otro. 

Puede, incluso, que esté muerto. 

La ceguera en el espejo

Se trata de escribir
desde el interior de la soledad más fría.

Pero desde ese centro,
nada tendrá sentido.

La lectura, como la escucha,
necesita de mil receptores
que guarden para sí un ancestral silencio. 

La escritura es un extraño hilo de voz,

y el escritor también ignora

qué sentido tendrá todo

cuando al fin haya pasado el tiempo.

Desde fuera

Su personalidad,

esa forma de mirar más lejos,  
el perfecto gesto calculado...

Yo diría que ha cambiado.

Aunque puede que tan solo haya 

vencido sobre alguno de sus viejos miedos.

El antídoto y el veneno

Desde el momento en que empezamos
a creer que pueden destruirnos,
las palabras se convierten

en el puñal y en la herida,
y en el débil grito
que podría corromper el aire.

       No creas en ellas,
las palabras mienten 

para convencerte de que no estás solo.

Y también la soledad es un sueño alucinado. 

Los espectros

Un conjunto de criaturas vacías
resistiéndose
a la indiferencia de la posteridad.

Intentando compensar
el vacío de su propia muerte.

Algunas gritan para ser Alguien.

Otras barren la erosión y los despojos:

recogen lentamente los pedazos
de lo que no tendrá sentido hasta el final.

Elevar la miseria

Noches de cansancio he padecido, 

en las que cada pensamiento

era áspero y confuso.

En las que el sentido de las calles

parecía conducir donde la escoria. 

¿Era eso lo contrario

de la casual mediocridad de los felices? 

La conciencia y sus fantasmas, 

¿eran parte de la condición sublime? 

Persisten la soberbia y el talento, 

y el dolor que obliga con dureza

a gritar más alto que la herida. 

Extremos y equilibrios

Dicen que siempre fuimos víctimas.

Que así sea. Pero preferiría ser
la víctima y su venganza.

Pues la bondad de los que son
víctimas de un tiempo terrible,
siempre estará llena de temor y de sombras.

(enero, 2021)

El deber y la sombra

Nuestro deber es el de inmunizarnos
frente a todo aquello 

que escuchamos a diario.

Debemos aprender a ignorar
cuanto dictan como cierto
el vecino, la familia, el abogado. 

Por otro lado,
la complejidad de nuestros vínculos
ha quedado reducida, 

en estos tiempos,

a un simple diálogo.

Aun así, 

no puede haber opción:

consiste nuestro actual deber

en alzar la guardia

frente a todo lo que pueda ser mentira. 

Y ya todo puede ser tan cierto como falso.