Noches de cansancio he padecido, 
en las que cada pensamiento
era áspero y confuso.
En las que el sentido de las calles
parecía conducir donde la escoria. 
¿Era eso lo contrario
de la casual mediocridad de los felices? 
La conciencia y sus fantasmas, 
¿eran parte de la condición sublime? 
Persisten la soberbia y el talento, 
y el dolor que obliga con dureza
a gritar más alto que la herida.