El lado ciego

¿Cuánto mal habré causado

inconscientemente? 

Nos educa el dolor en la crueldad,

y los pájaros del sueño

no advierten 

nuestras terribles intenciones. 

Infinitas son las causas
que podrían retorcer el alma con el tiempo.

La Presencia

Se oculta el Sol entre las nubes. 

E ilumina nuestra estancia
cuando un pensamiento insondable 

trasciende entre los dos mundos.

Ciertos juegos del destino

devuelven su inocencia al descreído, 

convirtiéndolo en un adulto miserable. 

La sinceridad y los espejos

Como ideal de algo inexistente,
ardía la indecente vanidad.

Como cicatriz de la conciencia,
un saber deforme y cruel
mostraba la magnitud de las profundidades.

Entre ambos escarmientos,
elegí la vanidad.

Entre el vacío y el dolor, 

elegí sin más el mal menor.

Sobre la tempestad y el aire

Odio es lo que llevamos dentro.

Demasiadas veces hemos sido
víctimas de un rapto
demasiado fuerte y demasiado humano.

Vocación de sangre,
espectrales sueños que parecen
extraídos de un macabro cuento.

Es el odio en su ignorancia,
repitiendo con dureza lo que ya sabemos.

Duración de la herida

Nombrar el tiempo de aquel daño,
será también dejar
que el ruido crezca ya por siempre.

Cualquier dolor es interminable. 

Y aunque esa inconcebible eternidad
dure solo unos días,

el dolor conoce nuestros actos. 

Sabe qué lugar guardamos en los ojos,

y de qué manera enterramos 

el brutal desnudo que ensombrecen sus manos.