Superioridad del objeto

Mirar las cosas.
Mirarlas como si también tuvieran alma.
Y las cosas, entonces, tendrán alma.
Un alma sin infierno.
Que es como un silencio sin memoria.
Es eso. El silencio de las cosas
no tiene memoria. Están,
solo están. Siempre están.
No desaparecen de sí
como desaparecimos todos,
huyendo entre sus formas

tras un pequeño telón de sombras.

Las dudas

 

La humildad no es más
que un cansancio
de inviernos y de sombras.

Procúrate una soledad digna,
un largo reposo de azul y de piedra.

Luego, sueña,
que ya nadie salvará tu juicio
de esa maldición que es el pasado.

Las cargas

Si como dijo alguien,
la vida es solo cuestión de estilo,
y como dijo otro
estilo es saber que todo
o casi todo
carece de importancia, entonces
lo único que importará
en este miserable mundo,
será procurarse -día a día, paso a paso-
una feliz manera
de quitarle importancia
a todo lo que no importa.

Y el hartazgo

 

No dar con las palabras justas,
no saber cuándo ni quién,
no buscar tampoco el fondo.

Dejarlo estar así,
no buscar el nombre oculto.

Decir solo para continuar perdido.

Nocturnos

En los bares,
a ciertas horas de la madrugada,
todo es vacío, pero allí están ellos,
respirando la ligereza de ese aire,

felices y vacíos como ese mismo sueño.

Actores insignificantes

en un universo que los considera

insignificantes testigos del absurdo.

¿Será más leve el paso que apresuran?

¿Será más fácil para ellos

soportar las lecciones del destino?

La única blasfemia que conocen,

es la de no ignorar en su inocencia

las voraces sombras que los unen.

Los héroes

La ciudad les pertenece.
Por eso ganan ellos. Siempre ellos.

Escucha: da igual lo mediocres que sean,
siempre ganan ellos.

Algunos intentamos
construir algo
que fuera más allá de esta partida amañada.

Fue en vano: con mis propios ojos
vi cómo vencían
careciendo de talento y de gracia.

El dinero siempre será más poderoso
que cualquiera de nosotros
y que cualquier poema perfecto.

Si quieres construir algo
-una vida, un sentido para tanta sombra-,
asegúrate de que el dinero

se ponga de algún modo de tu parte.

O fracasarás como fracasamos todos:
soñando con un mundo que no existe.