Nada puede darnos ya la noche.
Nos mostró la complicidad,
la amistad, el fracaso.
Y vimos deformarse en ella
realidad, juventud y pasado.
Algunos recibimos como extraños
su fuerza distintiva,
y el correr de los años ahora muestra
el límite del exceso,
su propio ritual cansado.
A la noche seguiremos regresando,
aunque ya nada pueda darnos.
Sus rescoldos son lo único que queda
del insano sueño de hacer daño.