Subjetivo

Qué son las mentiras que nos contamos. 

Qué son
sino la manera en que tejemos una trama
a la que confiar el desigual destino.

Una trama que nos proteja y nos arrastre
a lo más profundo 

de la propia realidad alucinada.

La meta

Había algo
-acaso una energía-
aciago e inquietante, 
acechando.

Al principio, me reía.

Después, 
cambié de rostro.

Debía convertirme en mártir.

El sentido

Debemos maldecir el Tiempo o bendecirlo, 

ya que somos su traición
y el reflejo irrefrenable de su fuerza.

Esplendor y muerte son las huellas

que relatan la frenética noción de su medida.

El diálogo

Algunos días necesito
llevarme la contraria
como quien lleva un cántaro a la fuente.

Pienso en mi contra cuando nada sucede, 

¿pero quién pierde? 

Nadie gana nada razonando,

y la razón se pierde muchas veces discutiendo.

La salvación

Ignorar las maldiciones que rigen esta época.

Ignorar la sensibilidad,
las ciudades atestadas de necios,
las quejas narcisistas de los jóvenes. 

Contemplar después el fin del mundo

desde la escéptica ceguera
del que ha visto demasiadas veces la hecatombe. 

Poliédrico

Dicen que es sublime su misterio.

Pero tú te cierras melancólica,
y te apiadas
de lo que dicen estos textos.

Otros, sin embargo, 

también se saben tristes,
y casi se diría 

que querrían arrojar al fuego

el insano grito que profiero.

Lo comprensible

Al final del miedo a la soledad, 

nuestra condición mortal. 

Hipócritas, por tanto, 

los que no saben conocerse. 

Hipócritas, los que descienden al infierno, 

sin saber qué sueño han perturbado. 

Los que han huído lejos de sí mismos,

sin saber que en su infatigable percepción

se gestaba el infinito, 

hipócritas de corazón mezquino. 

Hipócritas, los fuertes. 

Hipócritas vencidos por la soledad más débil. 

La obra

Extraje algo inconsciente del vacío.

Tenía forma de piedra o de cansancio.

Lo llevé hasta el aire
-hasta el vacío aire que respiro-,
y lo arrojé al tiempo impuro de las formas.

Creo que se convirtió en huella incandescente.

Visión de todos y de nadie.

Despertar

Es completamente falso
que la vida nos reúna siempre  
con las personas adecuadas.

Dios no se encarga de llenar ese vacío. 

El amor no se encarga de llenar ese vacío. 

Nadie se encarga de apartar de la inocencia

a los demonios impasibles 

que así asaltan nuestro sitio.