El mundo

Observa la miseria,

la común miseria ciega del adulto. 

Observa atentamente, y pregunta

si no serás ya parte 

de la infinita negligencia de este mundo. 

De ser así, nada temas, no te cierres. 

No actúes 

como si no hubieras ayudado a elaborar 

el preciado escenario de tu degradación. 

Como si no hubieras preferido 

el aire ya viciado de la noche

como otra forma 

de innoble madurez, 

fuera del alcance de los débiles.

Nada temas, no te cierres. 

Porque cada don que así proviene 

del ancho mundo externo, 

siempre estará lleno 

de inconsciencia y de sombra. 

Y de miseria y de espléndida inmundicia. 

A cara o cruz

Qué más da caer mal, dicen todos. 

Hasta que algo cae

tan hondo y desde tan alto,

que solo puede 

romperse para siempre. 

Los que alcanzaron un lugar seguro, 

tan solo deberían

congraciarse con los ganadores.

Los que no, contienen cada día

menos esperanza.

Qué más da caer mal, 

me digo si la noche tiende

la vulgaridad de su dolor hacia nosotros,

y como un océano sin misericordia 

nos invita a creernos inmortales. 

Existencialismos

El alcohol daba sentido a todo.

Bebiendo, 

la crueldad podía ser comprendida,
y después aceptada 

como una parte más de la miseria humana.

Podía ser comprendido el suicidio,
y hasta la retorcida palabra
de los que mienten para ganar tiempo.

Lo he dicho:
bebe lo suficiente, y todo tendrá sentido.

Hasta los perfectos razonamientos 

de tus demonios.

La noche y los espejos

¿Qué hay más irreal que el amor?

Los seres humanos somos tan mezquinos,
que lo más probable 

siempre será el odio.

Solo en la celebración nocturna
podemos acercar el sentimiento a la superficie. 

Casi somos lo que parecemos
cuando la oscuridad oculta
nuestras malformaciones mundanas.

Volar alto

Nunca tomes la costumbre
de tratar de impresionar
o de llamar la atención de la gente. 

Podría empezar a importarte
lo que piensen de ti.

Y la mayoría no piensa,
solo admira lo que los demás admiran
o critica ferozmente
lo que los demás desprecian.

La esencia y la sombra

Nos acercamos a la realidad sombría,

donde un viejo claroscuro 

nos habría condenado 

a no luchar contra nosotros mismos. 

Donde transcurre ciegamente  

la trivialidad de todos nuestros actos. 

Nos acercamos a la realidad sombría, 

y no podremos construir más que espejismos 

mientras solo importe

el inevitable hecho de estar vivos. 

Necesidad del lastre

No podemos perder la realidad de vista. 

Acaso no sintamos su aridez al evadirnos,
pero también entonces
la realidad observa
nuestra simple ligereza,
y ríe con y de nosotros,
porque sabe que ninguno somos quien

para prescindir de toda esta locura. 

 

Lo corriente

Vulgares animales ciegos,
así en nuestro deseo
y en cada una de nuestras miserias. 

Pudimos ser personas,
pero reconstruir cada experiencia
a través del juicio ajeno,
hubiera sido 

renunciar a lo terrible

de ser ciegas criaturas

que se buscan a sí mismas. 

Sobre los otros

Soy el único habitante vivo
de todos mis infiernos,
y a la soledad debo
el oscuro equilibrio de mi sangre.

Los otros son en mí
negación misma de su ausencia
y angustiosa caída de la tarde.

Yo rompí con devoción su espacio, 

y entré en la determinación de su delirio. 

Pero toda cercanía es aire,

y conocer es alejarse

hasta que ese aire carezca de sentido. 

Poema arrepentido

Hay gente en este mundo horrible

que llora su propia muerte 

en algún momento de su vida. 

Qué otra prueba necesitas
para empezar a imaginar que el alma existe.

No creas en extrañas fuerzas si no quieres.

Aléjate de los templos
si no confías en quienes los frecuentan.

Pero recuerda que hay gente
que llora su propia muerte
desde mucho antes de que su hora llegue.

Recuérdalo cuando la danza acabe 

y el tiempo te convenza de que no existes. 

Radiografía

Las sombras crecen,
y el sueño de crear un lazo
más fuerte que la sangre,
convierte a las personas
en seres miserables.

Las sombras crecen,
los viejos muros continúan en su sitio,
y la ciudad no es más
que un triste manicomio para imbéciles. 

Pasé mi juventud
entregándome al mundo
con la pueril esperanza de ser alguien.

Falsedad fue el nombre de la senda
que hube de seguir para adaptarme.

Extraños

No conozco a mis fantasmas.

Solo sé que sus horas de luz
son mis ratos de silencio.

Aunque vuelvan diariamente,

no conozco a ninguno,
aunque sus voces me resulten familiares,
y sea su delirio
mi propio pensamiento.

Ángulos

Para comprender la belleza,
para alcanzar el trance hipnótico
en que lo poético
fluye, canta y reverbera,
es necesario haberse dado cuenta
de que la vida real
no es más que un lugar horrible. 

Desde ahí, solo desde ahí,
las mentiras del arte
podrían contener

la verdad oculta y su potencia. 

Larga distancia

Ante ese largo viaje
que apenas se insinuaba en la juventud,
muchos conjuraron a la felicidad
para que los arropara con su fuego
en mitad del oscuro océano.
Entonces yo quería ser escritor,
y aún no sabía lo que sé ahora:
que los buenos escritores
conjuran a la muerte,
y no a la felicidad,
para poder bucear en lo más hondo
del oscuro océano de la madurez.

A favor de la corriente

Despreciar lo que traiga en sí
la carga del desprecio.

Darle su oscuridad a la sombra,
devolver el fuego al fuego.

Para qué amar lo que lastima,
lo que corta,
lo que alimenta los lazos de dolor
con más dolor enfermo.

Lo que construye el fuego

Casi todos los poemas nacen muertos. 

Son los lectores
los que deben conceder, 
a lo largo de los años, 
un sentido a sus signos decisivos.

Por eso, dadle más futuro al tiempo.
Dadle su visión a lo que sea ciego.

Y sentimiento a la mentira de estar vivo.

Invisible

Anochece cada vez más pronto.

El invierno tiene un pacto con la noche,
pero la oscuridad es fría,
y esa frialdad es silencio.

Cuántas veces este mismo día,

este mismo poema, 

este mismo invierno.

Algunos hemos visto

demasiadas veces

el mismo cuadro informe.

Mi lento raciocinio lo interpreta

constructivamente, 

pero ese cuadro soy yo,

y solo alcanzo a percibir en su textura

las entrañas desleídas 

de un misterio 

que no puede ser resuelto. 

Algo de que hablar

Describe la entelequia
algo como el fracaso del que escucha.

Pero cuando el lenguaje carece de sentido,
surge la vergüenza.

Algunos consiguieron olvidarse de sí mismos,
y pudieron escuchar
aun sin entender nada.

La entelequia resuena en la cabeza
de quien no consigue escuchar, 
y ese ruido es un río que no avanza. 

El ruido

Tu corazón no existe.

Solo hay músculos y sangre
cerrándose en tu pecho.

Preguntas por las sombras
que combates cuando amas.

Te diré que son presencia de lo que no existe.

Presencia que tampoco existe
más que en juicios ya pactados,
como no existen los muertos,
ni el saber en sombras que es tu alma.

El lector nocturno

Construí la impresión
de mi propia ausencia
leyendo por la noche
a viejos escritores muertos.

La lectura, tarde o temprano,
conduce hasta el preciado espejo
del que todos se han ido.

Así, una y otra vez, la muerte.

Sentir su proximidad, 
transmite una incierta fuerza espiritual 
a cualquier cosa escrita

con un mínimo de conciencia.

El lector saciado

La literatura debería
despertar nuestro apetito por la vida.

Así debería ser siempre.

Pero llega un día
en que la realidad aparece ante nosotros,
con su verdad brutal e informe.

Es entonces cuando debemos elegir
entre reconocer esa verdad
o seguir devorando
la escoria como un manjar.

Confuso

.

No te pronuncies nunca
sobre la compleja realidad de otro.

Cualquier cosa que afirmes
sobre los que nunca conocerás del todo
-y a nadie conocerás nunca de ese modo-,
podría ser entendida como cierta.

Esto lo saben perfectamente,
y de ello sacan provecho a diario,
los manipuladores -esos perros del acaso-, 

y los malos maestros, 
y hasta los pobres imbéciles.

Si quieres que tu verdad siga siendo tuya,
no trates de hacer tuya
la verdad personal de otro. 

La calma y lo probable

Termina octubre,
y nada ha sucedido.

Me pareció
ver pasar a un ángel a la velocidad del rayo,
en forma de llamada.

Tendré que estar atento.

El universo bromea como un loco
cuando quiere decir algo,
y el tiempo me ha dado su palabra:
un rayo partirá mi alma
o la convertirá en silencio.

Para bien o para mal,
vivir era un febril presentimiento.

Las voces masculinas

En todas las épocas,
transcurre la jornada para ellos
con inhóspita crudeza. 

Tienen que salir al mundo,
y encontrar a diario la vulgar sabiduría
de ser solo otra pieza 

presionada por el orden. 

Desde ese sino,
extraen su escasa sensibilidad
las voces masculinas.

Generalmente, su sentir se nutre
de los restos de un naufragio.

O del recuerdo
de una casual celebración
que duró apenas demasiado.

Lo demás en estas voces,
es voraz, oscuro e imperturbable.

Escribir algunos versos al caer la tarde,
les concede la manera
de guardar silencio
cuando la realidad no habla para nadie.

Oscuras salvaciones

Abrid los ojos:
confianza era el nombre de la trampa.

Abridlos, y observad 

como la realidad común

retuerce en secreto el pensamiento.

Id hasta la herida, y aprended a ser
como esas formas huidizas
que no pueden terminar de darse.

Abrid más y más los ojos,
abridlos ya sin miedo. 

Ahí, al fondo de vosotros, 

conspira contra todo 

el mismo mal que os acecha. 

La propia intimidad

Nunca cuentes a nadie
tus pensamientos más personales,
esos: los más intrincados.

Alguien podría entenderlos perfectamente,
y eso sería encontrarse

con lo que no tiene nombre. 

Y aún más terrible sería contarlos,

y que nadie entendiera su violencia y su tacto. 

Una estética para la realidad

Nada de sentimientos poéticos.

La realidad debe enseñar sus fauces,

debe obligarnos a ser como ella.

Ni tú y yo cogidos de la mano, 
ni la condición del deseo
convertida en lágrima.
 

Toda esa frágil circunstancia 

está repleta de miseria y de engaño.

Porque no existe la belleza del alma.

El alma es un desgarro,
una violenta plegaria
dirigida al Dios que no puede salvarnos. 

Precognición

Hoy se detuvo el movimiento del río.

Firme continúa el aire,
pero no sé qué querrá decir esto.

Puede que no haya río
-ni río, ni filosofía, ni aire-,
y que esta impresión sea apenas yo mismo,

aferrado a mi propia ignorancia.

Entre bastidores

Se trata de frenar 

el avance de tanta mediocridad. 

Y esa batalla es constante.

Y es horrible
lo que se puede acabar sintiendo, 

viendo la mediocridad en cada cosa, 

y en los tuyos,

y en tu propio criterio. 

Insistencia

He acabado por fracasar como víctima.

Ni conversaciones subversivas,
ni condolencias,
ni complaciente trato de favor.

He descrito rigurosamente mis heridas,
dramatizado sobre mis secuelas,
he cerrado cada puerta
con la firme intención
de ser compadecido por la humanidad.

No sé
qué separa al desgraciado poético
del horrible desgraciado a secas,
pero no pienso rendirme.

Somos nuestro sufrimiento, 
y solo podremos alcanzar el éxito
siendo fieles al cruel enigma que somos. 

Un camino torcido

En nuestra relación
casi todo era teatral, 
ridículo,
impostado.

Y también, 

terriblemente dolido. 

Sigo haciéndome preguntas
casi a diario
sobre la naturaleza de nuestra historia.

Aun sin hallar respuestas, 

creo que lo peor de nosotros mismos

a veces logra ennoblecerse

gracias a rencores teatrales,

ridículas discusiones

e imposturas 

que no podrá franquear cualquiera. 

La infelicidad, 

pese a ser una fea criatura, 

encierra un conocimiento de la virtud, 

que la más perfecta virtud 

no consigue imaginar 

desde su estática frontera. 

 

Paralelismos

¿Quién estaba primero?
¿El monstruo o el artista?

¿Fue la sensibilidad anterior a la crueldad?

¿O primero fue la mezquindad,
y de ahí surgió
casi todo lo demás?

Quiero pensar que artista y monstruo
nacieron al mismo tiempo,
que ambos vienen
de un mismo lugar en sombras.

De ser así,
el horror sería la raíz de la belleza,
y eso lo explicaría todo. 

Antihéroe

Imagina un monstruo.

Uno que distinga sin ningún problema
la recóndita verdad de su contrario.

Piensa en todas tus ficciones
y en el irreal destino 

de tus furtivas máscaras.

Piensa en todas tus mentiras, 
e imagina un monstruo
capaz de arrancarte la verdad
como quien arranca un cuchillo de la piedra.

Esa horrible criatura 

podría ser la poesía.

Podría ser también 

alguien que conoces. 

Sea como sea, 

piensa ahora

en la víctima de todas tus ficciones. 

Y de cada una de tus íntimas mentiras. 

Llenar el tiempo

¿Cuántas muertes has vivido ya?
¿Cuántos blancos ángeles han caído?
¿Cuántos sueños se han roto?

Párate a observar:
el Misterio vence a veces
sobre lo que sea en este mundo su contrario.

Y van pasando los días,
y algo se retuerce de manera irremisible.

Mientras, el aire ya susurra
la escasa medida 

de un tiempo que se pierde.

De un tiempo que no existe,

aunque tú y yo 

seamos la mortal prueba viviente

de su brutal huida. 

Destructivo

Corren tiempos mediocres.

Hay quien piensa
que la única solución a esto,
será despreciar cuanto no dé la talla.

Hay quien así lo piensa. 
Yo también lo he pensado.

Pero despreciar es una forma de degradar.

Y quien degrada,
acaba siempre por ser degradado.

Las dos orillas

La primera semilla era el dolor.

Y donde el dolor,
también la crueldad.

De ahí extraje
cada uno de mis sentimientos,
y una terrible noción de trascendencia
que me condujo a necesitar
cada vez más soledad.

Pero la crueldad.

La crueldad era la clave,
la siniestra trompeta
que anunciaba sin temor el fin del mundo.

Altura

En qué momento,

en qué mediocre,
o quizás humilde momento

nos volvimos 
despreciables admiradores del ego.

Cuándo empezamos 

a merecer la arrogancia
antes que la ternura.

Cuándo nos sedujo, 
como a impresionables novatos de instituto,
la más horrible de las vanidades.

Desde qué ridícula inferioridad
nos pusimos a analizar el mundo,
que ahora el humo 

nos parece
más valioso que el fuego.

Vómito

Odioso. Sencillamente odioso.
Todo esto.
La verdad de todo esto.

¿Qué es el alma aquí?
¿Qué ocurre en este horrible lugar
con la razón y el sueño?

Miserables son mis semejantes.

Miserable, mi negro corazón,
que para conseguir odiar a gente odiosa

tiene que esforzarse. 

Lugar de cada uno

La muerte está ahí
para recordarnos
el absurdo de todo esto. 

Si hiciéramos un poco más de caso,
sabríamos que la importancia 

que otorgamos a su ancestral misterio, 

siempre es exagerada.

Y que también lo es
la importancia que concedemos a la vida,
o mejor dicho:
a las sombras con que exageramos
nuestra propia importancia.

Por tanto, leve ha de ser el aire. 
Y más aún, la tierra.

Que cada uno de nosotros
solo con dificultad consigue 

ser uno más entre extraños. 

Extrañeza

No había peso en el aire.

Como una sombra perversa,
te alejaste del fuego.

Ligero, leve como el destino,
abriste tu realidad
a ese ruido insensible

que es la extrañeza del mundo. 

Qué hacemos aquí, preguntas ahora.
Qué es todo este misterio.

Otros más claros que tú,
endurecieron su pensamiento.

Su condición parecía igualmente amarga. 

Pero a día de hoy, 

en nada lamentan no haber entendido. 

Espejos

Ciertos poemas me parecen tristes

en la misma medida
en que la existencia también me lo parece.

Ciertos poemas, ciertas melodías,

ciertos cuadros donde la tensión se quiebra.

Inquieta se desnuda la conciencia 

frente a este tipo de cosas.

Y al desnudarse, 

estas cosas tan tristes, 

tristes como un juego que no cesa, 

apiadadas miran mi desnudo
con la misma mirada triste
con que yo las miro desde la experiencia. 

Evidencia de la multitud

La vida nada tiene de sagrado.

Cada civilización alberga
millones y millones de muertos.

Pasaron sus vidas como pasa el viento,
con la poca importancia de las cosas eternas.

Existimos, y algo duele
desde el frío de soñar que es sueño
el sueño que habitamos. 

¿Existimos? Hemos sido.

El vacío del pasado indica
que nuestra burda historia de grises y deseos
a nadie le importó en exceso.

Solo a nosotros mismos.

Nosotros y los otros

Para conectar con alguien,
primero hay que vislumbrar su infierno.

Para acceder a la visión de otro,
para entender su patetismo,
para saber por qué su rabia
no termina donde dicta el límite,
hay que conocer sus noches más oscuras,
sus lazos implacables,

el eco de todos sus abismos. 

Pero desistir en esto,
y entregarse blandamente al propio infierno, 

y cerrarse a ese infierno inconcebible 

que es el alma de los otros,

será lo que suceda. 

Debemos proteger con cada gesto

nuestra poquísima cordura

de la dureza de los que han sobrevivido. 

Poética de la cicatriz

Unidad. Verdad. Belleza.

Ese era el antiguo trato.

Para muchos de nosotros,
la belleza,
por más colores y adornos que la revistan,
siempre tuvo algo de vacío.

La verdad, solo por ser verdad,
era, para quienes sufrían,
la belleza misma del espíritu.

Sobre la verdad absoluta

No existe la objetividad.

Solo podemos aspirar en esos términos,

a eliminar toda forma de emoción,

de sentimiento, 

de sensibilidad.

Pero sucede en el mundo real

que sólo los psicópatas 

carecen de esas tres cualidades. 

Ángeles

Te harán temer a la verdad. 

Y este cotidiano ir y venir entre los otros,
solo puede conducir
a una vieja mascarada.

Por tanto, huye,
que la verdad, convenida por los demás,
puede ser la herida y el puñal.

Huye, y encuentra en soledad
aquel juicio imperdonable.

Que cuando vuelvan a dudar de ti,
nadie -solo tú- 

conozca la visión que tienes de ti mismo.

Los extremos

Sentir el vértigo. 

Crecer con la tempestad.

Ejercitar la arrogancia que ignore
cuántas veces fallamos
en nuestro intento de ser.

Para ello,
escribir como quien arranca
un humilde gemido 

del cadáver del lector.

El fuego

Entre el horror y la misericordia
tendrás que abrirte paso.

A empujones,
retorciendo la verdad,
maldiciendo a gritos.

Porque es de carne este infierno.

De carne corroída
por fuerzas y más fuerzas sin nombre. 

Pero de carne. 

Tendrás que abrirte paso hasta el hueso,
hasta el lugar exacto
donde alguien deberá decirte
por qué tu vida fue abrirte paso, 

y solo abrirte paso
entre espejismos insondables 

de horror y de infernal misericordia. 

Deshacer

Aprendí demasiadas cosas de la muerte.

Piedad, compasión, paciencia...

Quise festejar el centro del poema,
la alegría incondicional,
el hermoso ascenso hacia el delirio.

Pero fui un mal discípulo de la vida,
soy consciente.

Ahora intento convertirme
en aquel discípulo de la muerte
capaz de conquistar la Vida.

Deseos

¿No le temes a tu corazón?

Yo al mío sí. A mi corazón
y a la noche amenazada
por su propio amor a la verdad.

El corazón ignora cuanto sabe,
y para ignorar, miente.

Miente y calla,

solo rompe su silencio

el furioso grito inmaculado

que lo hiere.