
Nunca cuentes a nadie
tus pensamientos más personales,
esos: los más intrincados.
Alguien podría entenderlos perfectamente,
y eso sería encontrarse
tus pensamientos más personales,
esos: los más intrincados.
Alguien podría entenderlos perfectamente,
y eso sería encontrarse
con lo que no tiene nombre.
Y aún más terrible sería contarlos,
y que nadie entendiera su violencia y su tacto.