
Abrid los ojos:
confianza era el nombre de la trampa.
Abridlos, y observad
confianza era el nombre de la trampa.
Abridlos, y observad
como la realidad común
retuerce en secreto el pensamiento.
Id hasta la herida, y aprended a ser
como esas formas huidizas
que no pueden terminar de darse.
Abrid más y más los ojos,
abridlos ya sin miedo.
Ahí, al fondo de vosotros,
conspira contra todo
el mismo mal que os acecha.