
Nada de sentimientos poéticos.
La realidad debe enseñar sus fauces,
La realidad debe enseñar sus fauces,
debe obligarnos a ser como ella.
Ni tú y yo cogidos de la mano,
ni la condición del deseo
convertida en lágrima.
Toda esa frágil circunstancia
está repleta de miseria y de engaño.
Porque no existe la belleza del alma.
El alma es un desgarro,
una violenta plegaria
dirigida al Dios que no puede salvarnos.
Porque no existe la belleza del alma.
El alma es un desgarro,
una violenta plegaria
dirigida al Dios que no puede salvarnos.