Llenar el tiempo

¿Cuántas muertes has vivido ya?
¿Cuántos blancos ángeles han caído?
¿Cuántos sueños se han roto?

Párate a observar:
el Misterio vence a veces
sobre lo que sea en este mundo su contrario.

Y van pasando los días,
y algo se retuerce de manera irremisible.

Mientras, el aire ya susurra
la escasa medida 

de un tiempo que se pierde.

De un tiempo que no existe,

aunque tú y yo 

seamos la mortal prueba viviente

de su brutal huida. 

Destructivo

Corren tiempos mediocres.

Hay quien piensa
que la única solución a esto,
será despreciar cuanto no dé la talla.

Hay quien así lo piensa. 
Yo también lo he pensado.

Pero despreciar es una forma de degradar.

Y quien degrada,
acaba siempre por ser degradado.

Las dos orillas

La primera semilla era el dolor.

Y donde el dolor,
también la crueldad.

De ahí extraje
cada uno de mis sentimientos,
y una terrible noción de trascendencia
que me condujo a necesitar
cada vez más soledad.

Pero la crueldad.

La crueldad era la clave,
la siniestra trompeta
que anunciaba sin temor el fin del mundo.

Altura

En qué momento,

en qué mediocre,
o quizás humilde momento

nos volvimos 
despreciables admiradores del ego.

Cuándo empezamos 

a merecer la arrogancia
antes que la ternura.

Cuándo nos sedujo, 
como a impresionables novatos de instituto,
la más horrible de las vanidades.

Desde qué ridícula inferioridad
nos pusimos a analizar el mundo,
que ahora el humo 

nos parece
más valioso que el fuego.

Vómito

Odioso. Sencillamente odioso.
Todo esto.
La verdad de todo esto.

¿Qué es el alma aquí?
¿Qué ocurre en este horrible lugar
con la razón y el sueño?

Miserables son mis semejantes.

Miserable, mi negro corazón,
que para conseguir odiar a gente odiosa

tiene que esforzarse. 

Lugar de cada uno

La muerte está ahí
para recordarnos
el absurdo de todo esto. 

Si hiciéramos un poco más de caso,
sabríamos que la importancia 

que otorgamos a su ancestral misterio, 

siempre es exagerada.

Y que también lo es
la importancia que concedemos a la vida,
o mejor dicho:
a las sombras con que exageramos
nuestra propia importancia.

Por tanto, leve ha de ser el aire. 
Y más aún, la tierra.

Que cada uno de nosotros
solo con dificultad consigue 

ser uno más entre extraños. 

Extrañeza

No había peso en el aire.

Como una sombra perversa,
te alejaste del fuego.

Ligero, leve como el destino,
abriste tu realidad
a ese ruido insensible

que es la extrañeza del mundo. 

Qué hacemos aquí, preguntas ahora.
Qué es todo este misterio.

Otros más claros que tú,
endurecieron su pensamiento.

Su condición parecía igualmente amarga. 

Pero a día de hoy, 

en nada lamentan no haber entendido. 

Espejos

Ciertos poemas me parecen tristes

en la misma medida
en que la existencia también me lo parece.

Ciertos poemas, ciertas melodías,

ciertos cuadros donde la tensión se quiebra.

Inquieta se desnuda la conciencia 

frente a este tipo de cosas.

Y al desnudarse, 

estas cosas tan tristes, 

tristes como un juego que no cesa, 

apiadadas miran mi desnudo
con la misma mirada triste
con que yo las miro desde la experiencia. 

Evidencia de la multitud

La vida nada tiene de sagrado.

Cada civilización alberga
millones y millones de muertos.

Pasaron sus vidas como pasa el viento,
con la poca importancia de las cosas eternas.

Existimos, y algo duele
desde el frío de soñar que es sueño
el sueño que habitamos. 

¿Existimos? Hemos sido.

El vacío del pasado indica
que nuestra burda historia de grises y deseos
a nadie le importó en exceso.

Solo a nosotros mismos.

Nosotros y los otros

Para conectar con alguien,
primero hay que vislumbrar su infierno.

Para acceder a la visión de otro,
para entender su patetismo,
para saber por qué su rabia
no termina donde dicta el límite,
hay que conocer sus noches más oscuras,
sus lazos implacables,

el eco de todos sus abismos. 

Pero desistir en esto,
y entregarse blandamente al propio infierno, 

y cerrarse a ese infierno inconcebible 

que es el alma de los otros,

será lo que suceda. 

Debemos proteger con cada gesto

nuestra poquísima cordura

de la dureza de los que han sobrevivido. 

Poética de la cicatriz

Unidad. Verdad. Belleza.

Ese era el antiguo trato.

Para muchos de nosotros,
la belleza,
por más colores y adornos que la revistan,
siempre tuvo algo de vacío.

La verdad, solo por ser verdad,
era, para quienes sufrían,
la belleza misma del espíritu.

Sobre la verdad absoluta

No existe la objetividad.

Solo podemos aspirar en esos términos,

a eliminar toda forma de emoción,

de sentimiento, 

de sensibilidad.

Pero sucede en el mundo real

que sólo los psicópatas 

carecen de esas tres cualidades. 

Ángeles

Te harán temer a la verdad. 

Y este cotidiano ir y venir entre los otros,
solo puede conducir
a una vieja mascarada.

Por tanto, huye,
que la verdad, convenida por los demás,
puede ser la herida y el puñal.

Huye, y encuentra en soledad
aquel juicio imperdonable.

Que cuando vuelvan a dudar de ti,
nadie -solo tú- 

conozca la visión que tienes de ti mismo.