
Soy el único habitante vivo
de todos mis infiernos,
y a la soledad debo
el oscuro equilibrio de mi sangre.
Los otros son en mí
negación misma de su ausencia
y angustiosa caída de la tarde.
de todos mis infiernos,
y a la soledad debo
el oscuro equilibrio de mi sangre.
Los otros son en mí
negación misma de su ausencia
y angustiosa caída de la tarde.
Yo rompí con devoción su espacio,
y entré en la determinación de su delirio.
Pero toda cercanía es aire,
y conocer es alejarse
hasta que ese aire carezca de sentido.