Desde el momento en que empezamos
a creer que pueden destruirnos,
las palabras se convierten
en el puñal y en la herida,
y en el débil grito
que podría corromper el aire.
No creas en ellas,
las palabras mienten
y en el débil grito
que podría corromper el aire.
No creas en ellas,
las palabras mienten
para convencerte de que no estás solo.
Y también la soledad es un sueño alucinado.