9 may 2024

Trasmundo







El dolor estaba al fondo
de todas las humanas cosas.

Al fondo del cansancio clandestino. 
Al fondo del anochecer. 
Al fondo de los huesos del inepto. 
Al fondo de las negras máscaras de Dios.

Tras cada ínfimo detalle,
equivocando cada nimia reacción,
acechaba el dolor con su secreta danza.

Venció sobre lo visible,
y en silencio se mantuvo siempre, 
torrente de presencias desoladas, 
sabiduría negativa,
titiritero de las formas retorcidas
que suceden al amor perpetuo.

También al fondo de la luz indivisible,
como un gran límite de hielo,
se agazapaba sin pensar en nada. 

Nos cercaba, nos miraba, nos sabía 
como un terrible pacto con la destrucción.