Yo soy nada y el poema es nada. ¿Quién vence sobre quién? ¿Quién arranca del descomunal silencio un grito o una lágrima? El lenguaje de la pérdida tiende a la disolución. En algún momento que aún ignoro, yo seré el poema, y el poema no será más que el espejo en el que los muertos puedan contemplarse.