Más vacío suena lo vacío desde lo vacío.
Y la plenitud es nada.
Nada nos aleja. Nada nos retiene.
El infierno emite una cegadora luz,
e ignoramos todavía el dolor que nos moldea.
Como un jinete hueco,
lo sublime y su negación del mundo
nos enfrentan con el cuerpo corroído
que no debe abandonar.
Actores somos de un temblor soberbio.
Y aún brillamos. Es lo más extraño.
Más vacío suena lo vacío desde la verdad.
Más extraña se presenta la belleza
desde la irreal textura del fracaso.
Hemos adorado a un millar de ídolos obscenos,
y el fuego que nos une
no parece más que furibundo ruido.