
Maldije la mediocridad
siendo yo también un ser mediocre.
En qué me convierte eso.
Ya no hay ángeles.
Ya no hay escritores audaces.
Ya no hay ninfas sobre la ladera de la noche.
Qué más da lo que yo maldiga.
Qué más da lo que yo piense de mi nombre,
si en algún momento dejaré de existir,
y la noche seguirá cayendo
sobre la insignificante fantasía de los pensadores.
sobre la insignificante fantasía de los pensadores.