6 dic 2006




Érase la noche, su expresión distante,
el alcázar vacío de todas mis muertes.
Érase mi voz una cadencia oscurecida
que temblaba enrarecida de deseo e ignorancia.
Tiempo para describir todas las causas,
el érase sin que en verdad fuera era sólo la primera.
La primera de las causas; venidera noche:
érase tu nombre la verdad que se abandona
antes de que llegue la mañana.