Los guías

Perfectos ángeles 

para los extrovertidos. 

Demonios para los poetas. 

Haced que dancen en un círculo de fuego
para que sus nombres guarden 
el preciado influjo de las criaturas sombrías. 

Que en su ser se representen

los inhóspitos misterios del sendero. 

Ajeno

Hay muchísimas maneras
de no estar aquí.

La más común:
saber que estás compuesto
de millares de pequeñas sombras
— rarezas, limitaciones,
preguntas sin respuesta —
que no interesan a ninguno de tus allegados.

Cuando alguien presta atención a esto, 

sabes que estás aquí. 

Aquí:

en el centro de la incierta negación

de tu propia ausencia.

El nuevo mundo

No merecen todos lo mejor.

Muchos están destinados a la crueldad.

Trabaja en tus propias sombras, 

y deja que la desesperación ajena

te sea indiferente.

Algunos lo poseen todo,

aunque no merezcan ni el aire que respiran. 

Futuro para nadie

Se los llevó la Noche.

Noche eran sus nombres,
y de infernal miseria se hacían sus encuentros.

Antes de lanzar al fuego su memoria,
tuve un presentimiento.

Lo supe muchas veces,
sentí que de su sangre
nacerían la violencia y el fulgor perverso.

Ahora ya no existen en mi mente.

Ni siquiera sé si han muerto.

Persona

Vulgares confesiones.
Diálogos obscenos.

No habléis más de ello.

La herida es un lenguaje clandestino,
sensación sagrada que no debe pronunciarse. 

Sutil es la presencia de quien no revela
los ocultos nombres que aprendiera 

en la dura travesía de su alma. 

El lado ciego

¿Cuánto mal habré causado

inconscientemente? 

Nos educa el dolor en la crueldad,

y los pájaros del sueño

no advierten 

nuestras terribles intenciones. 

Infinitas son las causas
que podrían retorcer el alma con el tiempo.

La Presencia

Se oculta el Sol entre las nubes. 

E ilumina nuestra estancia
cuando un pensamiento insondable 

trasciende entre los dos mundos.

Ciertos juegos del destino

devuelven su inocencia al descreído, 

convirtiéndolo en un adulto miserable. 

La sinceridad y los espejos

Como ideal de algo inexistente,
ardía la indecente vanidad.

Como cicatriz de la conciencia,
un saber deforme y cruel
mostraba la magnitud de las profundidades.

Entre ambos escarmientos,
elegí la vanidad.

Entre el vacío y el dolor, 

elegí sin más el mal menor.

Sobre la tempestad y el aire

Odio es lo que llevamos dentro.

Demasiadas veces hemos sido
víctimas de un rapto
demasiado fuerte y demasiado humano.

Vocación de sangre,
espectrales sueños que parecen
extraídos de un macabro cuento.

Es el odio en su ignorancia,
repitiendo con dureza lo que ya sabemos.

Duración de la herida

Nombrar el tiempo de aquel daño,
será también dejar
que el ruido crezca ya por siempre.

Cualquier dolor es interminable. 

Y aunque esa inconcebible eternidad
dure solo unos días,

el dolor conoce nuestros actos. 

Sabe qué lugar guardamos en los ojos,

y de qué manera enterramos 

el brutal desnudo que ensombrecen sus manos. 

En círculos

Trabajé durante años
desde las ocultas sombras del subconsciente.

Ahora, 

una rara claridad interior 
concede a mi percepción serenidad.

Perseguí el misterio de las sombras y el dolor. 

Perseguí el ánima y la fuerza

que acaba siempre por desvanecerse.

El otro

La ignorancia lo hizo humilde.

Halló tinieblas como espejos. 

Y espejos como furias en el cuerpo. 

Creyó en algo inverosímil

que resultó ser cierto,

y ajeno a su voluntad de naúfrago.

Ansiedad

Clarividentes,
impávidos espectros. 

Empezaron a hacer planes en tu nombre

el maldito día que los conociste. 

Por ti retuercen los susurros de la trama.

Para no perder de vista tu inocencia, 

mantienen fija la mirada

sobre el siniestro limbo de lo venidero. 

 

Vulgar

Ausentes ya de cualquier idealismo,
mundana ya la tierra que nos corresponde.

La materia es ahora la irreal certeza. 

Ardientes veladuras, sin embargo, 

parecen reflejar lo que desconocemos.

Una grieta

Los que no se adentran en el bosque.

Los que no desean levantar un reino,
ni decirle a los dioses lo que piensan.

Los que reconstruyen siempre desde fuera

la intrincada fortaleza del deseo.

      Ellos, los agradecidos,

conformes a perpetuidad 

con la injusta sombra que los sometiera. 

Clarividencia

El final será trágico.

Recuerda los cipreses más oscuros
y la caótica caída de la lluvia.

  Antecede a la tragedia
un letal presentimiento
que transcurre a cada rato.

El agua y la piedra

Del lado más corriente, la indolencia.

Del otro,
el horrible victimismo.

Los que hayan padecido demasiado,
no querrán sufrir más todavía.

Otros tantos prefieren el dolor.

Se diría que pasaron mucho tiempo desterrados.

Viejas maneras

Con dureza,
así la forma en que encontrarte.

También el ruido en la conciencia.

Y la expresión mortal y desgarrada.

     Siempre con dureza, 

que el ademán cortante

lacere un poco más el alma.

Así la sensibilidad en la entrega. 

También la servidumbre de los mansos. 

Inmadurez

Hallaremos primero la extraña experiencia:
la conciencia es el fuego,
con violencia se construye el hartazgo. 

Entonces quedaremos ciegos. 

Alguien se deslizará más lejos,
la coraza del silencio
se descompondrá en oscuridad y palabras.

Oscuridad y palabras. 

Solo eso necesita el infierno para propagarse. 

Desde más abajo

Descender
para observar la realidad
como un espejismo perfecto.

De miseria somos. Y de sangre.

Lentas sombras reemplazan el poema de la carne. 

Petición solemne

Cerradme más los ojos.

Ciego es el caballo que recorre el firmamento.
Nada sabe el pez sonámbulo de la luz del Sol.

Enterrad la luna donde se arremolinan los pájaros. 

Nadie debería concebir la perfección.

El alma ahora

El estilo, por sí mismo,
era siempre la belleza demoníaca.

Y carecía de espíritu la expresión del aire. 

Aprendimos luego a rasgar el velo artificioso. 

Después: 

mortal audacia frente a la muerte,
visión del alma contra lo innombrable.

Transformaciones

Quedarme encerrado en casa,
lejos del influjo de la gente.

Eso hice con lo que hicieron de mí.

Hacia el pasado

Oscura noche, y elevada.

De impasible juicio. Clara. 

No sabemos retener el mundo
bajo la ignominiosa luz de la palabra.

Y el poema cae.

Cae tan abajo y tan adentro,
que la noche inexistente nos condena
a la misma muerte que al comienzo.

La verdadera inercia

Porque la ciudad es cada vez más traicionera,
deberías alumbrar soñando
a los íntimos demonios de tu sangre.

Enuncia para ello cada tarde, 

cada vergonzosa tarde que conquistes, 

una oración sombría y anhelante. 

 
Y aduéñate de la insensible reacción de la venganza.

Porque la ciudad es cada vez más traicionera, 

cada vez más insufrible y miserable,

ensombrece cuanto puedas 

tu sentir y tu inestable sensatez. 

Y remueve desoladamente, 

como desoladamente la conciencia

remueve las impúdicas verdades de la sangre, 

tu violenta condición de mártir.

El peso

Enfrentarse a la verdad, 
no consiste
en imponerse a lo más cierto.

Cuando miramos la verdad de frente,
la verdad, 

con su fuerza de inocencias fúnebres, 

debería recaer sobre nuestros huesos. 

Ojo por ojo (visión de la amistad)

Merece el verdugo de espíritu más pobre
la fugaz limosna
que arrancamos al pasado que no vemos.

Limosna que es la sangre de tu rostro tibio.

Sangre que es la naúsea interminable 
de una despreciable concepción de la justicia.

Inmovilidad

No te una la locura a lo que amas,
no destruya la ignorancia lo que sientes.

La enfermedad del mundo son tus pensamientos.

Todos mienten. 

Un lugar bajo el Sol

Hay infiernos más horribles que el mío.

El que yo habito,
está repleto del pasado que aborrezco.

En él me sueño y me detesto
como el extraño irresoluto
que no puede traicionarse.

Subjetivo

Qué son las mentiras que nos contamos. 

Qué son
sino la manera en que tejemos una trama
a la que confiar el desigual destino.

Una trama que nos proteja y nos arrastre
a lo más profundo 

de la propia realidad alucinada.

La meta

Había algo
— acaso una energía —
aciago e inquietante, 
acechando.

Al principio, me reía.

Después, 
cambié de rostro.

Debía convertirme en mártir.

El sentido

Debemos maldecir el Tiempo o bendecirlo, 

ya que somos su traición
y el reflejo irrefrenable de su fuerza.

Esplendor y muerte son las huellas

que relatan la frenética noción de su medida.

El diálogo

Algunos días necesito
llevarme la contraria
como quien lleva un cántaro a la fuente.

Pienso en mi contra cuando nada sucede, 

¿pero quién pierde? 

Nadie gana nada razonando,

y la razón se pierde muchas veces discutiendo.

La salvación

Ignorar las maldiciones que rigen esta época.

Ignorar la sensibilidad,
las ciudades atestadas de necios,
las quejas narcisistas de los jóvenes. 

Contemplar después el fin del mundo

desde la escéptica ceguera
del que ha visto demasiadas veces la hecatombe. 

Poliédrico

Dicen que es sublime su misterio.

Pero tú te cierras melancólica,
y te apiadas
de lo que dicen estos textos.

Otros, sin embargo, 

también se saben tristes,
y casi se diría 

que querrían arrojar al fuego

el insano grito que profiero.

Lo comprensible

Al final del miedo a la soledad, 

nuestra condición mortal. 

Hipócritas, por tanto, 

los que no saben conocerse. 

Hipócritas, los que descienden al infierno, 

sin saber qué sueño han perturbado. 

Los que han huído lejos de sí mismos,

sin saber que en su infatigable percepción

se gestaba el infinito, 

hipócritas de corazón mezquino. 

Hipócritas, los fuertes. 

Hipócritas vencidos por la soledad más débil. 

La obra

Extraje algo inconsciente del vacío.

Tenía forma de piedra o de cansancio.

Lo llevé hasta el aire
— hasta el vacío aire que respiro —, 
y lo arrojé al tiempo impuro de las formas.

Creo que se convirtió en huella incandescente.

Visión de todos y de nadie.

Despertar

Es completamente falso
que la vida nos reúna siempre  
con las personas adecuadas.

Dios no se encarga de llenar ese vacío. 

El amor no se encarga de llenar ese vacío. 

Nadie se encarga de apartar de la inocencia

a los demonios impasibles 

que así asaltan nuestro sitio. 

El sueño

Temen los que no existen

a los que contienen realidades por sí mismos. 

Temen y transitan una alucinación 

cuyo significado no revelan 

libros ni canción alguna. 

Esta tiene sus incuestionables normas
y sus días de prudente gloria.

De estos intranquilos, 

ninguno era como imaginó la poesía, 
ninguno se alzó
desde su descomunal misterio
para exigir una explicación a su destino. 

Y aunque sea inexplicable su estar entre las cosas, 

habitan lo tangible. 

Al menos desde fuera de sí mismos.

Individualidades

No será nombrada la presunta vida.

Solo,
mi vida,
tu vida,
las extrañas vidas que conciernen a la gente.

Y también la muerte,
la futura muerte,
que de todos y de cada uno de nosotros
hará en ciernes una misma ausencia. 

Ficciones

Sé a ciencia cierta 

que la voz de lo que escribo, 
en nada se parece 

a la elocuencia cotidiana de los hechos. 

Sería tranquilizador que al menos el dolor
o las fuerzas que lo arropan por la noche, 
fueran como pienso.

Pero nada corrobora la escritura. 

Nada que la conciencia no interprete

como otra forma inescrutable de silencio. 

Los viejos seres superiores

Una máscara de arrogancia
protagoniza la función de nuestras pasiones.

Mientras la escena continúe,
estaremos obligados a sabernos superiores,

cualquier debilidad

podría ser la grieta
por la que entrara la verdad no deseada.

Nos concibió así

el espíritu de nuestro tiempo, 

como a miserables ignorantes 

de cuanto acontece dentro del jardín salvaje. 

Detractores del saber, 

cuyos nombres volverán a ser

arrojados al hambriento fuego del olvido. 

 

Resumen de una época

No volver a ser el siervo que presenta
al horrendo ser humano 

como otra víctima de sí. 

Se trata de reconocer quién lleva la razón

mientras dure el demencial combate. 

Vencerá

quien imponga sin piedad

su incesante voluntad al resto.

Última aventura

 

Nostálgicos de la oscuridad,
abyectos perdedores. 

Hubo infiernos en nuestro silencioso pacto, 

ocultas ansias que de pronto 

confabulaban su inconsciencia. 

También impávidos espectros, 

más hermosos que cualquier juramento. 

Solemnes e irascibles compañeros:

pudimos ser mejores. 

Ahora en nada os concierne este misterio. 

 

Para la sobremesa

Continúa la crudeza del verano.

Una atmósfera rancia y melancólica
parece negar la conmiseración del aire.

Ya no sé
qué hacer para detener el desencanto,
cómo guardarlo con las demás sombras.

La casa en la que vivo con mi madre,
sigue sin gustarme después de veinte años.

Además, aquí, en este barrio, 

la mediocridad es una tradición 

horrible y respetable.

Por si esto fuera poco, 

soy consciente

de que solo a fuerza de engañarme

consigo sentir algo. 

Esto era la insensata madurez:

un conjunto de situaciones miserables. 

Y un seguir indiferente ante su peso. 

Old feeling

A quién tengo que imitar
para que el aire corrobore lo que pienso.

En qué debo transformarme.

Qué espejo debo atravesar
para ser más joven
o más fuerte que la destrucción del alma. 

Por qué nunca esto que soy. 

Nunca, 

la impasible convicción del más favorecido. 

Permanezco en una habitación oculta,
inventando la realidad indemne del hogar.

Aquí puedo ser yo.

No un espectro condenado a ser perfecto. 

El veneno y la sangre

El perfecto bebedor 

no es más
que un idiota vulnerable.

Un idiota
que bebe para dilatar su corazón.

Se adivina su dureza en su irascibilidad. 

Se enfurece desde su inocente herida. 

Espontáneo

Ciega es la expresión del sentimiento.

Ciega, la sinceridad de quienes atraviesan
el hipnótico misterio.

Gritar, y no escuchar
más que otra voz en el tumulto, 
la propia voz en grito, 
diciendo lo que todos piensan.

A ciegas, sin cálculos ni alevosía,

se revela la deformación exacta
del obsceno sueño que acontece dentro.

Visiones

Llega la siguiente novedad.

Pasaremos meses,
años,
décadas
respirando su evidencia.

Es hermosa, nos diremos,
y en algún momento
empezaremos a ver a través de ella.

Nos volveremos lúcidos entonces,
y ella, la novedad,
nos daremos cuenta,
tendrá un trasfondo invisible,
raíz que se encamine
por debajo de la superficie de la tierra.

Entonces algo entenderemos.
Y acaso algo resplandezca.

Pero tarde o temprano,
llegaremos al misterio de su naturaleza.

Sabremos ya
qué sucede más allá de su apariencia,
pero en su desnudez, como cada cosa,
la novedad es lo que es,
y no podremos descifrar esa inmanencia.

Se abrirá así

la visión más honda de nuestra ceguera.

Después, la imposible novedad 

se disipará sin fuerzas

en el retorcido cauce de nuestra experiencia. 

Blanco y negro

Lectores de poesía
que solo conocieron la falsedad,
que apenas si encontraron 
algo verdadero

en la tensión de algunos versos.

Poetas para los que la verdad

era cualquier cosa,
que en la verdad vivían,
y no podían concebir su existencia
de ninguna otra manera.

Acaso la poesía sea todavía poca cosa,

apenas la fatal estrella
que no consigue
clausurar los ciclos de la noche.

Y noche es la existencia de la mayoría.