
Sé a ciencia cierta
que la voz de lo que escribo, 
en nada se parece
en nada se parece
a la elocuencia cotidiana de los hechos. 
Sería tranquilizador que al menos el dolor
o las fuerzas que lo arropan por la noche,
fueran como pienso.
Sería tranquilizador que al menos el dolor
o las fuerzas que lo arropan por la noche,
fueran como pienso.
Pero nada corrobora la escritura. 
Nada que la conciencia no interprete
como otra forma inescrutable de silencio.