Solo me pidió un pequeño paso. La farsa, sugirió: tómatela a broma.
Después de mucho madurar y corregirme -tres años han pasado-, logré saltar el aro.
La genial ironía es que ahora poco importa: apenas siento nada.
De eso mismo trataba la terapia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario