Entonces
era la ocasión perdida.
Llegábamos
soñando a marzo,
y
la rutina, a su paso,
llenaba
el aire de sentido.
Mi
trato más preciso con lo amado,
hundía
su raíz en el silencio
que
sirve para todo de escenario.
(Amantes,
cómplices, amigos...
¿A
qué lugar partimos al hallarnos?)
Ni
alcoholes, ni páginas solemnes.
Ni
ciega juventud o espacio.
Los
vínculos más simples
se
vuelven para siempre clandestinos
conversando.
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