No hay hogar en la cumbre. A la cumbre se llega en lo hondo. Hay que abrirse paso entre fosas comunes y desiertos sin luna.
Luego, sí: la cumbre.
Su espacio se abre limpio en las ramas. El aire se vuelve naranja y dorado, y es hermoso quererse y haber esperado.
Luego, sí: la cumbre.
Su espacio se abre limpio en las ramas. El aire se vuelve naranja y dorado, y es hermoso quererse y haber esperado.
Pero ningún ascenso es hogar, para llegar a la cumbre uno debe perderse buscando lo que ya había encontrado.
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