De rositas
Uno
de los grandes prolegómenos de la enfermedad, es que uno puede llegar a
perder la noción de cuando está bien y cuando está mal. O algo así.
Cuando uno está mal, lo nota, sí. En cambio, nunca queda del todo claro
si ciertos sentimientos de plenitud, no estarán asociados a cierta
poética del dolor, al delirio o a esos trastornos digestivos (como la
dipepsia), que acompañan a los transtornos emocionales de carácter
grave.
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