Cruces
Atiende,
 lector, la verdad que justifica estos rencores. Mi existencia tuvo 
siempre un matiz grotesco. De cuantos me rodeaban, la mayoría optó por 
rechazar mi sufrimiento. Pocos, muy pocos llegaron a conmoverse ante lo 
que me atormentaba. Y los que me despreciaron en tales límites, jamás 
consideraron justo razonar conmigo sus ardides...
 
 A quien pensó
 que exageraba, dejo aquí la cínica sonrisa del que se sabe superior a 
un simio o a otra bestia más aciaga que los cerdos. Cuídense de mí, 
arrogantes, líderes, actores. Pues si algo al interior se quiebra, no 
duden de que mi presencia les hará gritar de modo tal, que ya nunca 
volverán a ser los mismos.