23 jul 2012

Sobre éticas amatorias

Jamás será tarea fácil suponer que el amor se abre ante nosotros como la fuerza moral más poderosa del universo. Si así fuera, cada oscura despedida, cada discusión a voz en grito y cada gesto percibido como humillación, habrían sido planteados cuidadosamente en consecuencia a un bien para con el que somos. Resultaría más sencillo de ese modo, comprender que no hay verdadero punto final en nuestra entrega, ni tampoco en la del ser amado. Solo nimios interludios, espacios convenidos para que la incertidumbre simplifique humildemente nuestra forma.