Asuma ud.
que está enfermo. Esto es: véase como un enfermo, camine como un
enfermo, actúe como un enfermo. Solo entonces podrá medicarse
correctamente por el bien de la sociedad. Sea listo. No se rebele. No
se le ocurra decir que tiene las mismas capacidades del resto. Ud. es
un poco inferior. Pero no se preocupe: solo un poco.
Y haga feliz
a su psiquiatra. Y a sus amigos. Y a sus enemigos también. Solo
cuando vean que se autocompadece hasta la náusea, se darán cuenta
de que por fin se está curando. Porque ud. tiene que curarse.
Llegará el día en que todos los enfermos bailen y se desnuden como
personas corrientes. ¿Que por qué? Porque sí. Porque nos importa
su felicidad. Nos importa muchísimo. Demasiado, dirá ud., que no
sabe absolutamente nada de la vida, que solo se dedica a vaguear y
mirarse el ombligo, y que a veces cree vivir en el mejor de los
mundos posibles.
Asuma ya su
enfermedad honradamente. Desde este mismo segundo, para siempre; que
nadie diga nunca: otra vez será mejor de lo que era.
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