31 jul 2013

Deberes

Y en qué espejismo habría de apiadarme. De qué dolor tendría que apartarte, si el fuego es canto que reanima. Jamás tenté la herida hacia la escoria, ni pudo el equilibrio consolarnos con su aullido.

Ya todo estaba escrito. De aquella sombra, los pasos que no dimos. Del raro oficio tan solo exijo otro sentido.

2 comentarios:

  1. Iván Cabrera Cartaya04 agosto, 2013

    Magnífico, excelente, bellísimo poema, amigo Diego. Gracias siempre por tu rontunda escritura.

    ResponderEliminar
  2. Y a ti por tus siempre generosos comentarios, Iván, amigo.

    ResponderEliminar