Del arrpentimiento
Pero en el más allá, el perdón no era concedido por dioses ni por
jueces omniscientes. Allí uno se reencontraba con todo al que había
dañado en vida. Y mirándose abiertamente a los ojos, el fuerte y el agraviado comprendían
hasta qué punto la vida había envilecido al culpable y hasta dónde el
ser interior de este había poseído siempre un instinto propio para la
crueldad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario