Demostrar, soñando tú en la rueda,
la fuerza que destilan los salvajes
bebiéndose el absurdo a la intemperie.
Febril empeño del que fuera.
De torvas convicciones,
a ratos enemigo del hogar
o dueño imprevisible en la marea:
quería demostrarte a ti, padre,
eterno navegante vagabundo,
que yo también podía prescindir
de toda permanencia, y encallar
allí donde la niebla nos consuela.
De tal error nacía mi vergüenza.
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