Dejé la poesía un viernes.
O un lunes. No recuerdo.
Si fuera importante el día,
aún le pondría empeño.
Alguien me salvó del frío...
Y el ruido se detuvo
después de un falso tiempo.
Hasta ahora,
dejar la poesía ha sido
como leer lo que ya sabía:
fácil, extraño,
completamente inútil.
completamente inútil.
Extraño, sí:
como despertar sin asombro
al no saber si dormía.
al no saber si dormía.
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