Aún supongo que mi mente era un "collage" de nervios ateridos y respuestas a preguntas desde siempre equivocadas. Los pájaros me daban impasibles la razón cuando se trataba de hilvanar monólogos sin centro ni textura. Pero todos saben que contuve aire y rabia en los espejos. En las tardes ya caídas, en los versos obsesivos y en aquellos parques donde la vejez se reúne resignada a la intemperie; irrumpió la rabia, e inventó motivos.
Casi puedo asegurar que, en los muros que la luz jamás derriba, dibujé con descarada furia las espinas florecientes del delirio.
Casi puedo asegurar que, en los muros que la luz jamás derriba, dibujé con descarada furia las espinas florecientes del delirio.
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