Qué profundidad la vuestra,
corrientes individuos, cotidianos;
cuánta sustancia latente
esperando aletargada
en el filo taciturno de los años.
Todos, sin excepción,
sabéis el secreto que han guardado
tantas generaciones solemnes 
de angelitos sometidos por el llanto.
Ahora que adivino la hondura
escondida en vuestros actos,
puedo amar y devolveros 
la mirada contenida en el espacio.
Sed todos, sin excepción,
acto y periferia de lo amado.