No diréis que fue vana también
la llamada quimérica del viento:
¿que tantos sueños hoy dependan del olvido,
no concierne solo a los que se abandonan?
Y el mismo viento perdido de los años azules
todavía nos persigue cada noche por el mundo.
(También la primera luz que muere
necesita de nosotros, jóvenes y audaces perdedores
que llorando por la vida delatan su futuro.)
¿Pues acaso no fuimos hijos vacilantes 
de una duda recelosa y terrible,
la misma que ahora muerde por el aire 
toda ocasión perdida bajo un cielo moribundo?
Quedaos hoy con el último vacío de mi corazón. 
Ya solo quiero pensar sin que haya tregua 
en todo lo que ayer pudo haber sido 
más hermoso que la penumbra impredecible del futuro.