14 abr 2008






La locura del pájaro que cantó
tras la sombra más alta,
que cruzó la oscuridad
de una madrugada infinita,
que voló, que sintió, llamó y dolió
para adentrarse solo
en mi conciencia desnuda,
la locura de ese pájaro secreto
era mi propia locura hambrienta,
que escuchó su propio canto,
que olvidó su propio sueño
en mitad de una noche incierta,
en la que mi propia naturaleza
era un pájaro que cantaba
dominado por un abismo,
por una madrugada abierta
que contempló eterna
al propio niño que escuchaba
el silencio azul del alma inquieta.