
Bajo el terrible Sol de agosto,
desearás la muerte.
El verano era la promesa
que rompías arrastrándote
hacia una soledad más pura.
Has dejado de beber.
Has aprendido a callarte.
Bajo el terrible Sol de mediodía, 
desearás haberte perdonado
como se perdonan muchas veces en silencio 
los errores sin conciencia de los inocentes.