Si es justo lo que arde, y en la cima de la rabia se retuerce la impotencia, y en los ruidos acallados se repite nuestra huida hacia el sitio nunca a salvo; si es justo -y justo es lo que arde-, abrid puertas y ventanas, romped sombras y cerrojos.
Seguid ardiendo, que si justo es lo que arde, ya todo ha sido llama en la alborada. Ciegos, casi mudos, pasamos tropezando con la brisa, y el frío sobre el mundo no deja de quemarnos.
Seguid ardiendo, que si justo es lo que arde, ya todo ha sido llama en la alborada. Ciegos, casi mudos, pasamos tropezando con la brisa, y el frío sobre el mundo no deja de quemarnos.