Asomado al balcón desde que es niño, piensa: el mundo será así cuando yo también desaparezca. Silencio. Todo juega a consolarnos con espejos que dilatan nuestra ausencia.
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¿Que con qué parte debería de quedarme? ¡Y a mí qué me dices! La vida es demasiado larga. Y el corazón, caprichoso. Además, ni siquiera estoy seguro de saber decidir correctamente qué cosas han de hacerme mal y cuáles deberían elevarme.
Dadme solo lo que necesite, solo cuando lo requiera.
Así, para cuando volváis a herirme, no tendré por qué enfocar el siguiente golpe hacia mí mismo.
No te preocupes, querida, ya me enamoraré de otra, y también me dirá que no.
Dadme solo lo que necesite, solo cuando lo requiera.
Así, para cuando volváis a herirme, no tendré por qué enfocar el siguiente golpe hacia mí mismo.
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No te preocupes, querida, ya me enamoraré de otra, y también me dirá que no.
Excelente el primero, Diego.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, amigo... Supongo que resulta obvio. Pero creo que es la única idea literaria que he tenido desde que me dio por convertir esto en un monólogo interminable sobre mi situación personal.
ResponderEliminarEn fin... No sé si habrá servido para algo, pero yo casi juraría que "necesitaba" hacerlo. Aunque solo fuera para darme cuenta de que hablar tanto de según qué cuestiones, no sirve absolutamente para nada.
Un abrazo.
Pd. En breve, vacaciones. Id diciéndole a Mr. Tito que ponga esa cafetera al fuego.
:)