La primera, resistí aquel vértigo
como si desconociera el camino.
Ojalá hubiera aprendido
a jugar con la brisa y el eco...
Dediqué esos años cruciales
al adolescente huidizo,
apegado a su sombra
y a los callejones sin luna.
Solo al sonreír otra vez
como si recordaras el juego,
encontré en ti el lugar que debía.