Tú me distancias del tedio
cuando el mediodía anega
la visión del que piensa en exceso.
Te nombraría mil veces por ello.
Y otras mil ante el hambre,
la religión o la duda.
Aun cuando nada escuchases,
volvería a nombrarte de nuevo,
alzaría otro sol más perfecto.
Rezaría ante esa deidad contenida
bajo mis párpados ciegos.