Al observar el dudoso tránsito 
de las once y media, 
algo añade tensión a la escena. 
La mujer que sueña a mi lado 
sugiere que pensó en mí, 
sin saber por qué, la otra tarde,
en cierta cafetería
inimaginable.
No estoy preparado para comprenderla,
e interrumpo su anécdota
con alguna observación delirante. 
La mañana tiembla 
próxima a desvanecerse
gracias a ese detalle. 
Callamos. Tal vez se haga tarde...
Pero no, 
la mujer rasga aquel velo
con su atónita risa,
y yo vuelvo a ser alguien.
Ahora sospecho qué quería decirme.
Algo importante.