El invierno existe solo
tras la rendición de mi bandera,
cuando no encuentro palabras
para designar su frío.
Y como casi siempre me equivoco,
escribo este poema
como si no fueras a leerlo nunca;
pues solo si el invierno existiera todavía,
sería necesario corregir lo escrito.
Aun así, ojalá quede en mis versos
algo solamente tuyo,
un pensamiento improcedente
en esta orilla del olvido.