17 ene 2010

El otro que no es

Solo los locos quieren ser otra cosa,
solo los locos son hijos del cisne
que aúlla como perro melancólico.
Cisne indiferente, ave furiosa y triste…
Locos de estos jardines desolados,
no perdonéis al mundo,
merecedores de un amor más claro,
cisnes indelebles, hijos de la inercia
que pregonan las sirenas y los pájaros.
Guardad vuestros relojes:
el tiempo que anheláis,
es lluvia que reclama vuestro canto.

Hijos de una misericordia impensable.
Asesinos. Asesinos del sol y la palabra,
creadores del viento interrogado
que responde lo que sois al árbol ciego.
Señores del dolor que no se entiende,
vengadores del silencio ausente, de lo vano.
Decid lo que pensamos:
somos todos soñadores destronados
juzgados por el bien,
que es nuestro sueño más humano.

Yo quisiera veros, semejantes cansados,
más allá del fuego de la duda razonable.
Yo quisiera contentaros con poemas,
antes de que el mundo se ría de nosotros
en un alarde exacto de vergüenza.

Desnudad el corazón de la paloma,
construid el templo inacabado de la noche.
Haced de vuestra sombra un cuerpo
que abrace la verdad hasta escucharos.