
Con qué dignidad se expresaban tus demonios
cuando nadie miraba.
Así es el respeto:
impulsivo, torvo,
demasiado lleno de cortante inferioridad.
Ocurrió de tal manera
porque empujaste como un niño
las extrañas puertas de la confianza.
De ese modo fuiste a dar con ellos,
porque empujaste como un niño
las extrañas puertas de la confianza.
De ese modo fuiste a dar con ellos,
demonios de furor adulto,
a los que nadie puede conocer del todo.
a los que nadie puede conocer del todo.
Equivale su voraz rechazo hacia los demás
al voraz respeto que te debes a ti mismo.