Lee mis silencios, convéncete
de que también fui el personaje:
en mí la ficción sanguínea
que ignoraba la altura
de cualquier sombra en la tarde.
Pude haber sido por ello
un temperamento artístico
o un demente cualquiera.
Sin embargo, me guían los mismos
que a conciencia desprecian
la brutal invención de los medios.
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