Veo un millar de pájaros furiosos 
que no pueden caer,
un paisaje eternamente revelado,
más un cuerpo hierático
que conserva la calma ante el cielo.
La escena alberga tanta luz atemporal
como el silencio imperceptible
del que mira la nada.
(…Atardece: ¿interrogan a dios sus deudores?)
Pájaros que han llegado a consumar un sueño,
una mujer que es presencia y destino,
el cielo sobre ciertos árboles oscuros.
Pudieran ser fragmentos 
distanciados de la misma realidad, 
que, al no comprender su incierto lugar en el todo, 
se cruzan de manera irremediable.
Por si llegara la noche a su tiempo indebido,
esta imagen se torna hacia un lapso sin tiempo, 
sin noche ya, 
sin ningún sol moribundo…
Hacia la misma eternidad
que aquietase la escena 
ante un sobrenatural Testigo.