En el intervalo que divide esta quimera,
se adivina el modo y la impaciencia
de hallar otra pulsión 
que abarque el juego interminable de la vida.
Mas no ha de culminar aquí nuestra promesa,
pues todas las fronteras 
tienen ya ese no sé qué
de dócil tentativa hacia el absurdo.
Pero juguemos siempre a comprender el juego:
no termina aquí lo impredecible, el mar
es otro cielo de cristal rompiendo en tu futuro.
Caigamos toda vez desde lo exacto
(levantarse no requiere más de lo que somos…)
Solo el ansia de arrojar otra moneda
al pozo antiguo que exalta esta esperanza.
Todas las canciones son el sueño 
o el acto de soñar 
un tiempo en el que nada temeremos.