Dicen que todo irá bien para nosotros
mientras festejemos la farsa,
que las calles están repletas de lid
contenida en los ojos oscuros
que hoy no entienden de vergüenzas.
Y ya es sabido en esta tierra
que la violencia debería estar presente
si nos cruzáramos de nuevo con la muerte…
Justicia pide el pueblo desde siempre.
Y a veces la consigue sin misericordia,
amparándose en la imposible
ley que a todos los canallas reconforta.
Salud, pueblo inocente:
yo te supongo gobernado por furiosos
animales que devoran tu conciencia.
La historia, ese periplo indigno, te conserva
en el más dudoso de todos los rumores:
el que te dice incapaz de refugiarte
en tu propia inacción, furor perpetuo
que quizá termine por creerte uno,
e igual de altivo que tus falsos gobernantes.