26 nov 2009

Rebelión

Todos lo sabemos:
algún día será el día
en que despertar
definitivamente
a una noción más cierta
de lo que pudo haber sido.
Qué importarán entonces
el tiempo empleado
en luchar contra molinos,
o el rostro entenebrado
por la más vasta decepción.
Qué importarán el pasado
o el presente verdadero,
si ya ni siquiera
podrías suponer otro futuro.

Y lo primordial, te dirás,
no es en sí admitir la derrota:
lo peor será ignorar siempre
de qué otro modo
pudiste haberlo conseguido.

Ármate, pues,
contra la posibilidad misma
de ser solamente
la misma realidad que eres.

Así, de llegar el supuesto decisivo,
pensarás también
que quizá pudiste haber sido
ese otro que desde hoy podría
confabularse contra el destino.